La presencia del mal y del sufrimiento en el mundo «constituyen para muchos la dificultad principal para aceptar la verdad, la Providencia Divina». Después de todo, Él, siendo Dios, sería capaz de erradicarlo. Pero, la verdad es que la existencia del mal exhibe, de manera indirecta, la existencia de Dios.
El ser humano tiene un valor por sí mismo, regido por su
voluntad y su libertad. Pero, ¿Cómo justificamos ese valor si somos un mero
accidente sin propósito? En la ausencia de Dios, nuestro «valor» carece de
sentido, por lo que nuestros principios sociales son meras construcciones que
difieren incluso de persona a persona. Lo que es bueno para ti, podría no ser tan
bueno para otro. Siendo así, los conceptos del bien y el mal carecerían de sentido.
«Si Dios no existe, todo es permitido».
Si Dios es bueno, ¿Por qué permite el mal?
La respuesta se esconde en dos palabras: Libre
albedrío. Dios ha hecho al hombre a su imagen y semejanza, dotado de
voluntad e inteligencia. Hemos sido creados con la capacidad de hacer el
auténtico bien moral, en semejanza a Dios, que es bueno. No obstante, la
libertad de hacer el bien también tiene su contraparte. Todos podemos decidir
entre seguir los designios de Dios y atender Su Voluntad, o no hacerlo. Por
tanto, el origen del mal moral es el mal uso de nuestra libertad.
Los males físicos, son solo consecuencias de este primer
mal. Ahora bien, ¿Por qué Dios no evita el mal? Porque cualquier intervención
en nuestras decisiones significaría corromper nuestra libertad, eliminando
nuestro individualismo y humanidad. En esencia, Dios permite el mal,
aunque no lo desea, porque quiere una relación con nosotros.
Es importante recordar que Dios siempre extrae bienes de los
males y, por sobre todo, siempre hará brillar Su justicia «La fe en Dios Padre
Todopoderoso puede ser puesta a prueba por la experiencia del mal y del
sufrimiento».
Entonces, Dios permite el mal, sí, pero su fin siempre será un bien mayor.
Así, la cruel muerte de Cristo fue un terrible sufrimiento a través del cual se consiguió el mayor bien concebible: la salvación de todos. Es posible que, como le sucedió a Job, nos sea difícil comprender el porqué de muchas situaciones en nuestra vida y en el mundo. Pero, una cosa es segura: el amor de Dios es inmenso y fue garantizado en la Cruz.Dios no nos ha dejado abandonados en medio de la aflicción, Él nos ha mostrado el camino de la verdad. Un día Dios erradicará todo mal, eso es verdad y en la Biblia está. Pero, en su increíble bondad y paciencia, nos permite volver a Él y ser salvos, en nuestra propia libertad para seguirlo. Aunque, estoy plenamente convencida que espera con ansia que volvamos a casa.